domingo, 26 de julio de 2015

San Borondón, ¿isla fantasma?

San Borondón, ¿isla fantasma?

LA ISLA QUE NO ES UNA ISLA









Mi reino no es de este mundo…
En mi mundo el sol no se pone…


Como todos, o casi todos, yo también caí en la trampa de la isla fantasma que aparece y desaparece y que cuando uno la busca no la puede encontrar, pero que si uno no la busca aparece como si fuera un truco de magia: “¡Ahora está aquí y ahora ya no está!

Según Wikipedia, la isla de San Borondón es una leyenda popular de las Islas Canarias (España) sobre una isla que aparece y desaparece desde hace varios siglos, con origen en el periplo legendario de San Brandán de Clonfert (“San Borondón). Este mito tiene origen en los autores de la Grecia clásica, y se conoce en Europa como “isla de San Brandán” desde su plasmación por los cartógrafos medievales, pero en Canarias la tradición fue adoptada con entusiasmo, y adaptada, hasta en el nombre, a la idiosincrasia nacional propia. Debido a sus características y comportamientos extraños, como el aparecer y desaparecer o esconderse tras una espesa capa de niebla o nubes, ha sido llamada “la Inaccesible”, “la Non Trubada”, “la Encubierta”, “la Perdida”, “la Encantada” y algún apelativo más.

Cuando intrigado consulté a los profesores del Grupo Ruanel sobre este aparente misterio -los misterios son siempre aparentes- Daniel fue muy categórico con la respuesta: “Hay muchas cosas mal relatadas o distorsionadas. No es una isla fantasma, sino que quienes llegaron al lugar accedieron a una entrada al mundo intraterreno, pero no en el centro sino en la periferia… No al centro en sí sino en las ” afueras”, como si en vez de ir a Carlos Paz solo llego a San Francisco… ¿Se entiende?


¡Ahora sí la historia de la isla fantasma comenzaba a tomar color! No obstante, aún había algo que me seguía intrigando, y era el hecho de que no se pudiera encontrar esa isla, por lo menos fácilmente, si se la buscaba. La respuesta volvió, otra vez, pero más contundente: “¡No es una isla!”.

Esta explicación aclaraba definitivamente la dificultad en hallarla y el por qué uno de los que había podido llegar a la supuesta isla había relatado que en ese lugar el sol no se ponía, lo cual me había hecho recordar las palabras del Maestro Jesús al referirse (aunque nadie lo había entendido) a la Tierra hueca, de cuya civilización él mismo provenía.

Por un lado era obvio que si se busca una isla que no es una isla, difícilmente se la va a encontrar, pero que si no se la busca puede llegarse al lugar por azar, aunque creyendo que se llegó a una isla. No excluyo también que la dificultad para encontrarla puede deberse a factores climáticos o meteorológicos. Todo sumaría, incluso las fantasías de quienes relatan los hechos, que finalmente han hecho creer en una realidad distinta.



Con respecto al relato de quien llegó a la supuesta isla de que el sol no se ponía, yo me preguntaba, con lógica: “¿Como va a verse en una isla el sol del interior de la Tierra?”. Pero al no ser el lugar una isla sino una abertura, similar a las polares, el asunto se aclaraba completamente.


Por otra parte, y esto es una deducción mía, las autoridades -las más altas, por supuesto- deben saber que San Borondón no es una isla sino una abertura al mundo intraterreno y tienen la orden de obstaculizar o impedir cualquier expedición de búsqueda, descontando, por supuesto, a las patrullas alemanas -ovnis de por medio- que custodian todas las entradas a la Tierra Hueca, que no son solo las polares. Probablemente desvíen o despisten a quienes se aventuren para encontrar el lugar. Lo de las patrullas alemanas de la colonia antártica ya lo hemos mencionado muchas veces en nuestro sitio.

Otro de los datos que corroborarían esta opinión es que San Borondón no figura en el mapa del Google Earth… ¿No es sugestivo?

Para concluir quiero transcribir este curioso texto que encontré en la Red referido a la “isla” San Borondón, y cuyo autor ignoraba que lo que estaba escribiendo se acercaba tanto a la verdad:

http://www.laisladescubierta.net/sanbor/sabas_martin.htm

Y es que San Borondón forma parte de ese antiguo empeño humano por encontrar el Paraíso, durante mucho tiempo situado en fabulosas islas atlánticas, y que Colón, en su Diario, y los Cronistas de Indias, con sus relatos del Nuevo Mundo, se encargaron de avivar, excitando la imaginación hasta convertirla en territorio propicio para los mitos. El ser humano siempre ha soñado con tierras a donde la muerte no llegara o lo hiciese muy lenta y tardíamente. Ello se debe, al decir de los filósofos, a que a diferencia de las bestias, el hombre es consciente de su finitud, de su condición vulnerable de criatura herida por el tiempo. De ahí que para encubrir, mitigar e incluso olvidar esa naturaleza originaria de ser mortal, los hombres se hayan empeñado en imaginar territorios intactos, libres del dolor y la enfermedad, y en los que la pobreza, la fatiga o la vejez sólo fuesen un rumor desconocido. Poetas, artistas y sacerdotes, como propagadores de mitos y creadores de leyendas que son, cada uno a su manera y con propósitos diversos, se han encargado desde siempre de fomentar las imágenes soñadas de la tierra feliz donde la felicidad fuese eterna. Luego, los hombres quisieron hacer realidad sueños e imágenes, visiones y anhelos, y entonces fue cuando surcaron los mares, navegando entre las brumas del océano y los celajes del horizonte. Entonces fue cuando en los mapas aparecieron los dibujos de contornos imprecisos, los nombres maravillosos y remotos. Canarias, como bien sabemos, ha sido en la edad del tiempo uno de esos territorios intactos, asombro de navegantes y visión de iluminados, donde han fecundado mitos y leyendas. Jardín de las Hespérides, Campos Elíseos, vestigio de la Atlántida, Islas Afortunadas, Tierra de las Górgades, estancia y paradero de descendientes de Noé… Frente a las sombras y sus abismos, los antiguos quisieron ver en nuestro Archipiélago la claridad del goce y sus destellos. ¿Qué de extraño habría, pues, que en sus latitudes, en el extremo del mundo conocido, germinara otro espejismo con forma de Isla Fantasma?

No es necesario que nos explayemos más sobre este asunto de la “isla fantasma” porque el tema, a nuestro juicio, ha quedado definitivamente aclarado. Por lo demás, en la Red hay profusión de textos para quienes deseen profundizar en el tema. No obstante, nosotros indicamos algunos links que nos han parecido más esclarecedores.




NOTA ADICIONAL DE HORACIO VELMONT
Hay relatos muy ilustrativos de quienes por azar llegaron a la abertura -término más correcto que isla- y hallaron no solo animales desconocidos sino esqueletos humanos de más de tres metros de altura, lo que concuerda con otros viajeros que entraron a la Tierra hueca por una de las aberturas polares. Además, esos animales pastaban tranquilamente sin devorarse unos a otros.


 LECTURAS COMPLEMENTARIAS

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